Fronteras plásticas: Territorios de abandono

Cuando decides emigrar, piensas que todo termina al tocar otro territorio, pero no imaginas que apenas empieza.
Provenientes de: Costa de Marfil, Sudán, Nigeria, Ghana, Uganda y Níger; deciden emprender por la ruta más mortífera para encontrar un mejor lugar donde habitar.
Cientos de nombres son olvidados en el camino o la mar: ya sea que en una patera (embarcación hecha de madera), encuentren su tumba, el mar borre sus nombres o camino a lo que parece un espejismo en el Sahara.
Desde Italia, Francia y España, llegan a Almería; ciudad andaluza considerada el “invernadero de Europa”, representa uno de los principales activos de la Unión Europea para surtirse de frutas y verduras.
Esa misma demanda exige mano de obra, por su puesto barata (que soporte los asfixiantes climas que se alcanzan bajos los plásticos blancos de más de 50ºC) y que ¡por supuesto! no protesten por nada.
Ni por los bajos salarios o las duras condiciones dada su condición social, ni por el miedo a represalias por exigir descanso o agua, ni mucho menos por las dificultades de comunicación o falta de supervisión sanitaria.
El no tener un documento que acredite que eres alguien en territorio español, permite que puedan explotarse en el primer mundo.
Aquí no hay hogar que habitar, solo “Chabolas” asentamientos irregulares a unos pasos de los invernaderos. Son las mismas condiciones que existen en el trabajo: temperaturas extremas en verano, frío que cala los huesos en invierno y matan; entre los problemas de salud física se encuentran problemas de espalda, dermatitis y prurito, infecciones respiratorias, consumo de alcohol; infecciones gastrointestinales y enfermedades de transmisión sexual; sumado a los problemas de salud mental como la ansiedad, estrés y depresión.
Estos territorios de abandono comúnmente son incendiados y como en enero sucedió, uno de los asentamientos “El Walili” fue desalojado, quemado y olvidado.
De el Walili solo quedaron escombros y el rastro de que alguna vez fue habitado, pero nadie tiene la certeza de por quién.